Detrás de este beso
se esconde una ilusión:
La ilusión de que me haya equivocado
desde el principio.
Te seguiré besando
hasta que mire dicha ilusión
resbalar por tus piernas desnudas,
y fluir por nuestros brazos,
penetrándonos el pecho,
suspendidos en un abrazo
que jamás tuvo un inicio definido,
y por lo tanto carece de final aparente.
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