A veces pienso
que me drogas con tus besos.
Que el día en que tus labios
no rocen los míos,
despertaré sobre mi cama
sin saber donde he estado
los últimos años;
preguntándome
cómo es que me volví tan viejo
a tu lado, en tan poco tiempo.
Si un día no me besas, amor,
me daré cuenta de mi locura;
y comenzaré a reír,
en donde sea que esté,
dando rienda suelta a mi desventura.
Porque eres tú tus labios,
y soy yo lo que haces con ellos.
No soy nada, no soy nadie,
hasta que me miras,
y al oído me susurras: "bésame".
Hoy, aquí, pactemos.
Jamás me dejes de besar,
pues despertar de este sueño
me devolvería con violencia
al árido y monocromo
terreno de la realidad.
No quiero regresar a la tierra de uno.
A ese lugar en donde las masas
comparten con apatía su soledad.
Amémonos, besémonos,
para nunca volver atrás.
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