jueves, mayo 06, 2010

Der Knopf

Somnoliento y casi inconsciente Rodolfo comenzó a retorcerse dentro de la cama, después de cuatro intentos logró abrir los ojos y se sacudió bruscamente. Pronto se enderezó, aun sobre su cama, esperando el desayuno, para lo que simplemente presionó el botón. De la pared creció el comedor de Rodolfo, que pronto lo envolvió cómodamente. Al ver el desayuno lo reprobó con un gesto de asco, presionó el botón y su comida cambió de forma al mismo tiempo que su cara cambió el gesto de repulsión por una macabra sonrisa. Al terminar dejó caer su dedo gordo y grasoso sobre el botón, de manera que todo lo relacionado al desayuno súbitamente desapareció.

Procedió a vestirse, para esto, se paró en la banda al pie de su cama y apretó el botón. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba dentro de su armario. Presionó el botón una vez más, dejó caer sus párpados, y justo antes de que se quedase dormido hizo su armario el sonido característico que le indicaba que estaba vestido, seguido de su traslado al sillón de la sala, donde solía recuperar el aliento y revitalizarse durmiendo un rato más.

Dádose cuenta de que ya era tarde, corrió al baño a prepararse: metió la cabeza en la peinadora y apretó el botón, abrió la boca y presionó el botón una vez más. Rodolfo estaba cansado, así que apretó el botón de nuevo, lo que desplegó una cómoda repisa que sostenía su cabeza en caso de que el sueño lo venciera, con la función secundaria de sacudirla gentilmente en caso de que el sueño se prolongara.

Nuestro muchacho se encontraba ya menos dormido, así que decidió comenzar sus labores escolares. El hecho de ver a Inés, una chica que le fascinaba, lo motivaba a apresurar su aseo personal. Sin titubear decidió irse, oprimió el botón y se encontró en el sillón de la sala una vez más, donde se desplegó una enorme pantalla con una vista panorámica del salón de clases. Había llegado temprano.

Para su desgracia Inés solía conectarse a la escuela justo a la hora en que lo hacía la maestra, era una chica muy puntual, así que a Rodolfo no le quedó otra más que esperarla.

La clase transcurrió lentamente, se llevó Rodolfo un par de descargas eléctricas: la primera por presionar ilegalmente el botón, ya que tenía mucho antojo de un poco de chocolate. Ante esta situación, que la maestra observaba en sus monitores, decidió ella también presionar el botón para así llamarle la atención con esos dolorosos toques que todos detestaban. Posteriormente el sueño venció -solo por unos segundos- a Rodolfo, el procedimiento fue el mismo.. Si la maestra hubiera podido freír a Rodolfo, les aseguro que lo hubiera hecho... no era el un muy brillante muchacho y como podrán ver solía interrumpir constantemente las clases.

Las clases habían terminado, Rodolfo había estado pensando mucho en proponerle una cita a Inés. Era ella una muchacha encantadora, tenía las mejillas llenas de pecas y la tez blanca que contrastaba con su negro cabello, sus ojos azules y profundos que sobresalían en alta definición provocaban la temblorina involuntaria a la hora de teclear en Rodolfo; por lo que calculaba era más o menos de su estatura, más bien flaca y de silueta bien definida.

Aprovechando los escasos minutos que ocupaba la maestra en recojer sus cosas, le mandó a Inés un mensaje instantáneo -supuestamente reservados para emergencias- en el que le confesaba su deseo por hacer algo en su compañía. Rodolfo observaba cuidadosamente la reacción de Inés, que fue una tierna sonrisa que bien podía ser un "Ah, Rodolfo, pequeño ingenuo" o un "Rodolfo, qué caballero" ; las cosas iban bien, le respondió secamente que a ella también le gustaría, no dejando ver si lo decía por compromiso o desde el corazón. A Rodolfo se le iluminó la mirada y rápidamente le comentó su plan, en el mensaje escribió: "Conéctate a las 4:30, habrá un torneo de UNO, seguro que la pasarás bien".

El sueño de Rodolfo de estar con Inés estaba cada vez más cerca de verse realizado, disimulaba su emoción por respeto a su persona; estaba listo para ver la reacción en Inés, de pronto, la pantalla comenzó a tener irregularidades y saltos en el tiempo, la desesperación lo comenzó a invadir. "¡No! ¡Ahora no, por favor no!" gritaba desesperadamente, la pantalla se tornaba más y más borrosa a cada segundo, hasta que el mayor temor de Rodolfo se volvió realidad:

"Conexión interrumpida, consulte a su proveedor"





No hay comentarios:

Publicar un comentario