La niña corría por todas partes en el jardín, destilaba un júbilo hermoso: su papá le había regalado su vieja cámara fotográfica, no sin antes decirle que tuviera mucho cuidado en su aventura.
La niña salió de la casa sin poder disimular su felicidad, era lo que desde hace mucho había deseado, ese viejo armatoste que su padre cuidaba con tanto empeño. Su plan estaba formulado, iría al campo de girasoles: Le fascinaban los girasoles, pasaba horas y horas mirándolos: era, "en todo el planeta", su lugar favorito. Si quería leer, si quería dormir, comer, cantar, bailar; siempre lo hacía en su campo de girasoles, era un lugar mágico para ella, lleno de recuerdos y experiencias de su corta vida.
Así que comenzó con su sesión, cualquiera hubiera dicho que su plan era fotografiar todos y cada uno de los girasoles del campo, parecía que nunca terminaría su faena. La resolana le empezó a dar jaqueca así que decidió sentarse a descansar un poco. Justo antes de que dejara caer sus párpados vió un girasol que la dejó encantada, no era muy grande, era más bien pequeño; sus pétalos estaban todos perfectamente bien peinados, ni uno fuera de su lugar, y el centro era tan perfecto que parecía tener un gran y único filamento café.
Inmediatamente desenfundó su cámara y se arrodilló frente a la flor, comenzó a mirarla a través del lente, sumamente concentrada. Le preocupaba demasiado obtener la mejor foto posible de este bello ejemplar. Pasaban los minutos y no se decidía, hasta que repentinamente intentó presionar el botón, sin embargo alguien ya lo había apretado.
Pasaron las horas y no llegaba a su hogar, su papá se preocupo y decidió ir en su búsqueda, sabía en donde estaría así que no dudó en emprender el camino. Al llegar al campo sólo encontró su vieja cámara, y comenzó a llorar. Días transcurrieron y no perdía la esperanza, incluso reveló el rollo para intentar encontrar alguna pista de el paradero de su pequeña, sin embargo el rollo contenía una única foto:
La impaciente felicidad de su niña en la foto lo conmovió por un instante, seguido por un llanto doloroso. Comprendió que no la encontraría, o más bien, comprendió que ya la había hallado.
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