Eres la luna,
emanando ternura.
Brillando junto al Sol, opacándolo.
Eso eres.
Eres llovizna de fuego,
un escalofrío que me incinera,
relámpago mudo,
amor que desespera.
Cuento interminable,
verso infinito,
sabor que huele a mí,
canción, color, mi amor.
Y eres. Simplemente eres,
todo aquello que no soy.
Y ni aunque hubiésemos nacido
la misma noche, al mismo tiempo,
bajo la misma luna de invierno,
ni así tendríamos algo en común.
Y si amaras los versos de Neruda,
si encontraras un placer místico
en nadar contra mi corriente,
si preguntases de repente
"en qué piensas?", sonriendo;
consciente de que eres tú quien ocupa mi pensar,
ni siquiera así, ni siquiera así,
tendríamos algo en común.
Sabes lo que haces,
y sabes lo que soy.
Hoy te pido en secreto:
escríbeme un poema,
el más triste, el más oscuro.
Escríbeme el que para ti sería
el peor poema.
Y una vez terminado,
haz algo por mí... olvídalo.
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