domingo, marzo 21, 2010

Un cigarro de libertad

Caminando por el sótano de este sitio tan obscurecido y abandonado, unos marcos de serigrafía captaron mi atención. En ellos se podía observar una propaganda anarquista agresiva, pero mas que agresiva desesperada.

De la nada salió este señor alto, elegante, portando un traje caro, y me dijo con un tono bastante tranquilo:

-¿Que ves muchacho?
-Nada señor, contesté.
-Me llamaron la atención los marcos de serigrafía, sólo pasaba con mi mamá, no se preocupe, enseguida me voy.

Volví la mirada a donde estaba mi madre, y súbitamente el panorama se tornó realmente bizarro. Ahora lo obscuro y abandonado del lugar era algo literal.

-¿Así esta mejor?

No supe qué contestar, un sentimiento de tranquilidad y confianza absoluta me invadió.

-Verás muchacho, este lugar nunca será lo que algún día fue, así como tu nunca volverás a ser el que algún día fuiste. No te alarmes, no te vas a convertir en una cucaracha, ni te va a salir un árbol del costado, es más, quizá mañana ni siquiera recuerdes esta conversación (que nunca tuvimos), te estoy hablando de cambio, y progreso, no de ti, de la vida.

Con la mirada perdida, y ansioso por decirme lo que quería, se comenzó a acercar a mí, lo que hizo que la tranquilidad se perpetuara.

-La gente habla, y eso es fácil, como tú bien lo sabes. Con ideas intentan enmascarar nuestra realidad. Esa es la historia de nuestro país, ¿qué no? ¡Yo estoy harto! y es por eso que platico contigo, para hartarte a ti un poco.

Rió murmurando, y sacó de su saco un cigarrillo, cuyo humo tenía un olor dulce, clavo me parece. Continuó.

-Llevo casi dos siglos desempeñando el mismo trabajo. Cuido esta puerta que ves aquí. En realidad no sé de que la cuido, al principió parecía algo muy serio, trabajaba bajo estrictas órdenes, siempre atento. Pero en realidad es un trabajo fácil, la mayor parte del tiempo permanece entreabierta, nunca hay quien la abra totalmente. Ha venido gente que parecería que tiene iniciativa, pero siempre, por el dilema de quién va a ver primero lo que hay del otro lado, terminan matándose como perros.

-Y bien... ¿qué hay del otro lado?
Le pregunté intrigado.

-Más puertas.
Contestó muy seriamente.

-Al abrir la primera, las demás se irán abriendo de par en par, fluyendo con gentileza. Cambio es lo que se requiere para abrirla. Pero un cambio real, no un cambio de injusticias, ni un cambio de caras, ni un cambio de empresas, ni un cambio de equipo, ni un cambio de colores, ni un cambio de edades, ni un cambio de opresión.......

Siguió dando ejemplos alterándose cada vez más. Juré que nunca acabaría, mi calma desapareció y empezó a contagiarme de rabia.

-¡Cállese!
Grité frustrado

-Bien ¡dígame que hay al final! ¡Dígame!

Acompañando el humo de su cigarro empezó a disolverse en el aire, riendo deliberadamente y sin control ante mi pregunta.

De pronto ya no estaba, ni el ni yo. Y alguien murmuró dentro de mi cabeza:

-Otra puerta. Y después, otra más.

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